El pastor del Boixar, texto en castellano.
Salvador era pastor y vivía en el Boixar, cerca de Fredes.
Cuando llevaba su rebaño a pastar por el término de Fredes, siempre hacía noche en el mas del Pitxón.
Aquel anochecer, víspera de todos los santos hacía mucho frío, en el cielo las estrellas fugaces eran algo tan cotidiano que no hacía falta esperar a la noche de San Lorenzo para verlas.
Llamaron a la puerta, y al ir a abrir se extrañó de que su perra pastora no ladrase.
Al abrir se encontró con una mujer alta, delgada y vestida de negro.
– Buenas noches buen hombre, ¿podría darme cobijo en su casa?
– Pase, pase mujer, está usted en su casa.
– Gracias hijo, muchas gracias.
Ya en el rincón, al lado del fuego, Salvador le preguntó:
– Usted no es de la Tinença, ¿verdad? Se lo digo por el acento.
– Ser no soy, pero conozco muy bien la comarca.
– ¿Y qué hace a estas horas por aquí?
– Pues iba hacia el Portell de l’Infern a hacer un encargo, pero al llegar a los abrevaderos y a la balma, la niebla era tan densa que he tenido que darme la vuelta. Al ver que había luz en la casa me he animado a pedir refugio.
Salvador le ofreció sopa de pastor, y al terminar se fueron a dormir. La mujer en la habitación que había sobre la chimenea, y el pastor en una manta acostado al lado del fuego.
Pasó la noche y al despuntar el alba desayunaron sopa de pastor (pan duro, leche muy caliente y azúcar).
La mujer le pregunto:
– ¿Usted no me reconoce?
– No, ahora de día tampoco.
– Ha de saber usted que ha sido la primera persona que al verme no se ha asustado.
– ¿Y por qué debería asustarme? Tengo la conciencia tranquila, un oficio que me gusta y una afición que me encanta.
– El oficio de pastor lo veo, pero ¿qué afición tiene?
– Soy herbolario y curandero, me encanta saber el uso o la peligrosidad de las plantas y usarlas para curar a personas y animales.
– ¡Qué interesante! Pues yo tengo que decirle que soy la Muerte de la Tinença de Benifassà, y tengo que ir a por un alma a Ulldecona. Espero pasar hoy sin problemas por el portell de l’Infern, territorio de demonios, almas en pena y sortilegios milenarios. El único sitio donde me cruzo con los que están en el más allá pero no saben a por quién voy.
– Ahora que lo dice, anoche la perra no ladraba y se escondió en el hueco de la escalera, y yo, a pesar de haber dormido al lado del fuego he estado helado toda la noche.
La mujer apenada le dijo que le pidiese lo que quisiera, que de estar en su mano se lo concedería.
Salvador pensativo le dijo:
– Me encantaría ser médico.
– Hombre, eso de las titulaciones no es lo mío, pero haré un pacto contigo de por vida; cada vez que visites a un enfermo sólo tú podrás verme.
– ¿Sí?
– Desde luego, si me ves en la cabecera de la cama el enfermo se vendrá conmigo, por el contrario, si me ves a sus pies se salvará. Médico como tú no habrá en toda la comarca.
Y así fue como hace muchos años, en los tiempos en los que ya existía el portell de l’Infern, que había un pastor, curandero i botánico, de nombre Salvador y que hacía el bien por todos los masos, casas y pueblos de la Tinença de Benifassà.